Por allí al final de los años 80 o principio de los 90 hice un curso de Brigadista Voluntario de Tránsito Terrestre ( mi identificación es "atomo 3020") - por cierto una experiencia extraordinaria que no ha sido utilizada en su máxima expresión, máxime hoy día que hay cada vez más tendencia hacia el voluntariado -, junto con otros veinte compañeros. El pensum abarca muchas materias interesantes, de índole jurídica, disciplina militar, sociales, etc.
Destaco hoy una materia cuyo nombre no recuerdo, la cual nos fue dictada por el Comisario Noguera, creo que llamado Antonio, quien ostenta en su inmenso curricula nada más y nada menos que la de Comisario General, Jefe de las Delegaciones de Caricuao y Estado Carabobo, para la época dos zonas rojas de las más importantes del país.
Pues bien, recuerdo que un día este Comisario se presentó con una inmensa bolsa de tela llena de armas fabricadas por reclusos y nos dio explicación una por una sobre las características particulares de ellas. Era casi increíble que unas personas con tantas limitaciones y vigilancia pudiesen fabricarlas, algunas de ellas de bastante efectividad.
Pero lo más resaltante de esta materia fue el día que nos habló de las circunstancias más o menos comunes a todo atraco a mano armada, la situación del delincuente y una serie de consejos sobre lo que debe ser la actitud de la víctima en esas circunstancias. Nada fácil. Suena fácil oirlo pero nada más de imaginarse uno en esa situación pareciere que no se va a poder controlarla.
Palabras más palabras menos, el Comisario aseguró que - al contrario de lo que suele creer la gente - el atracador está tanto o más asustado que la víctima, tiene conciencia de los innumerables riesgos que corre y de todo lo que debe hacer antes y después de la acción para preservar la libertad o la vida. Es por eso que desea salir de la situación lo más rápido posible y se desespera cuanto nota resistencia, evasivas, disimulo, confusión y hasta miedo de la víctima. Allí es donde se hace más posible una agresión como respuesta a la desesperación que tiene y como reacción por dificultarle algo de lo que desea salir con la misma urgencia de la víctima.
La recomendación, en definitva, es mantenerse sereno, agilizar las cosas, colaborar, etc. para que el delincuente entre en un mínimo de confianza y tenga la sensación de la disminución de los riesgos, de modo que no nos haga daño y se vaya después de hacer su pillería.
Repito que no es nada fácil, pero ojalá recordemos esto y podamos intentarlo en un momento como esos.
La más de las veces funciona bien. Comprobado está.
Tal vez estas pequeñas líneas sirvan a salvar una o más vidas.
Gracias, Comisario Noguera.
1 comentario:
como hago si un funcionario del CICPC me choco mi carro en condiciones de embriagues girando en `U´ en una zona no adecuada y ademas de apuntarme con su armamento y yo tenia a mi hijo en brazos de 2años de edad y a mi esposa con mi otro hijo de 1 año de edad y ademas el mismo no poseia documentos del vehiculo
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