miércoles, 28 de febrero de 2007

"Déjelo fluir". Fragmento de "El arte de joder"

Casi que es inimaginable a la señora Elena haciendo el papel de jodedora. Seriecita, muy convencional, apegada a las reglas sociales de los matrimonios, es de aquellas que se sienta junto a su marido en una reunión social y ve pasar la noche pegadita junto a él, hablando de sus obligaciones como ama de casa, de los muchachos y de los compromisos con la casa parroquial, dándole uno que otro sorbito a un vino rosado y comiéndose los tequeños de trocito en trocito que rebana con los dientes de adelante.
Pero algún día se estalla. Y por ahí se puede empezar, es decir, por allí puede salir el jodedor que cada cual lleva por dentro y que seguramente se ha negado a salir porque su dueño lo ha encarcelado injustamente.
Resulta que una noche varias parejas se encuentran hablando de política en la barra de una tasca, en espera del inicio de una convención profesional. Llegadas las nueve de la noche, el televisor anuncia pomposamente el inicio de su novela estelar “El magnate”. Doña Elena se aparta un poco del grupo que está embebido en su discusión y ve hacia la pantalla televisiva con total atención, justo en el momento en que anuncian al galán de la telenovela....! fulano de tal...!. Reacciona y pensando que no la oye nadie dice a media voz: “ ¡ a esta novela no la deberían llamar El magnate sino El mangote...”. El marido que la oye, sorprendido, atónito, por aquella reacción de su hasta ahora pacata esposa, le señala con cierto disgusto”.
“ ¡ verga, mija, no sabía que te gustaba tanto así ese tipo, no te da pena que ese es un viejo todo arrugao...”
La esposa ve a su marido también sorprendida porque la han agarrado “con las manos en la masa”, ve luego a la pantalla del televisor como constatando lo que él ha dicho sobre su galán de la novela y ya sin poderse echar hacia atrás, decide echar el resto y revelar esa parte que quién sabe cuánto tiempo mantuvo reprimida:
“ ¿ arrugao dices tú?, bueno, no importa ¡ yo asumo esa responsabilidad!.

martes, 27 de febrero de 2007

La casimba o cacimba.

Contrariamente al presentimiento que tenía, la palabra “casimba” con “s” (esta es una forma que usamos comúnmente algunos latinoamericanos, en lugar de dejar que se comprenda si es con “s” o con “c” según la pronunciación que de una palabra se haga) aparece en la versión actual del Diccionario de la Lengua Española.
Pero, cosa curiosa, se señala allí que la misma se utiliza en Venezuela y Perú para referirse a un hueco que se hace en el suelo para obtener agua, mientras que “cacimba” con “c” también se refiere a un hoyo que se hace a la orilla de los ríos para buscar agua.
Oí hablar por primera vez en mi vida de una casimba hace cosa de dos o tres años (estamos en el último día del mes de septiembre del año 2004) y quien la usó me dijo que hasta los años sesenta cada quien tenía una en su casa para proveerse de agua. Los acueductos acabaron con las casimbas.
Me refiero a una zona de la parte más septentrional de América del Sur, cercana a lo que muchos venezolanos llamamos el “cuellito” que conduce a la península de Paraguaná, pues se trata de una estrechísima faja de tierra que termina en una especie de cabeza donde se encuentran, entre otras cosas importantes, las refinerías petroleras.
La zona donde oí lo de las casimbas tiene unas pequeñas montañas que terminan abruptamente en el mar y son de los parajes más solitarios que uno pueda imaginar. Es como una especie de brazo en el mar, es decir, agua a ambos lados del brazo y bordeando el puño de la mano.
En la punta extrema de la mano de tierra vivió un inglés que sembraba tabaco y había aprendido a bajarlo por el cerro que daba a la bahía y calarlo en embarcaciones a las que accedía con un ingenioso desplazamiento por entre las corrientes marinas que movían duramente su pequeña nave.Tal como me lo describieron, me imaginé que aquel inglés ordenado y metódico debió tener y cuidar celosamente su casimba. Pregunté por eso, pero no lo sabía nadie. Solo recodaban que sembraba y cosechaba tabaco.

sábado, 24 de febrero de 2007

Al final del camino.

Al principio fueron simples advertencias sobre los riesgos que corría. Después se pasó a reproches que crecían a la par del crecimiento de su terquedad. Cuando se agotó la paciencia de la familia, entonces se usó el único recurso que ellos consideraron que quedaba: el de acudir a los tribunales.
La junta médica promovida en juicio por la familia, tres psiquiatras forenses que reunidos parecían un retrato de la incoherencia y hasta de la locura, fueron enfáticos y unánimes: “ El ciudadano - en la terminología legal no se usa el “don” ni siquiera para quien más se haya ganado el término – no padece de ningún trastorno mental. El que tenga setenta años de edad y haya sufridos dos accidentes cerebrales; el que tenga dificultades para algunas funciones vitales, entre ellas las de hablar y el que se haya relacionado sentimentalmente con una joven de veintiocho años y esté consumiendo con ella parte de su cuantiosa fortuna, no son indicios que padezca de demencia ni nada que justifique una medida cautelar sobre sus bienes.”
Las sentencias judiciales no pueden entrar en consideraciones de otra índole. Pero pueden significar que el amor no es locura y muchas otras cosas más.

viernes, 23 de febrero de 2007

Del poemario "Brújula", el poema "Digo".

DIGO


Recuerdo la forma en que tratabas
de inventar tu camino.
Recuerdo la noche
en que pasó el cartero
que juró no volver.
Hicimos camino, digo.
Hago memoria
del dorso de tu mano
convertido en pañuelo.
De la luna sin menguante.
Del vago concierto de los pájaros.
De la eternidad de las sombras.
En fin, un camino. Eso digo.

jueves, 22 de febrero de 2007

Viendo "La Hojilla"

El programa "La Hojilla" que conduce Mario Silva tiene múltiples facetas. Un mismo televidente, esté o no identificado con el gobierno actual, puede encontrar en ese programa muchos puntos de coincidencia (incluso extremas) y a la vez de rechazo (incluso extremas). El conductor del programa dice tener muy claro esto, agregando que no le importan las consecuencias de sus dichos.
Su única confesa solidaridad absoluta es con el Presidente, la cual defiende a ultranza. El Presidente, por su parte, ha expresado puntualmente que ese programa es en buena medida una vocería suya.
Yo lo veo como demócrata practicante de muchos años, lo cual me lleva a centrarme en 3 aspectos: 1°) Por lo que tiene de vocería del gobierno más allá de las formalidades o de los actos oficiales, pues nos aclara muchas cosas, ideas, intenciones, expectativas, fortalezas y debilidades, etc.; 2°) Por todas aquellas ocasiones en que nos presenta información que podemos evaluar y que de no ser por ese medio no las conoceríamos; y 3°) porque nos permite calibrar o apreciar lo que piensan y hacen personas que no están en función de gobierno, pero están de su parte.
Quizás estos aspectos no representen para mi un porcentaje muy alto del programa pero nos satisface contar con ese material. Lo que desagrada, lo que no tiene utilidad para mi, etc. lo apartamos. Lo aprovecho, pues, en su exacta dimensión.
A las personas partidarias o no del gobierno que me preguntan la razón por la que veo ese programa les digo dos cosas: 1°) Una muy sencilla que es que todos tenemos que oírnos, en cualquier circunstancia y 2°) Los abogados hacemos un hábito de vida, una razón de vida, oír todo cuanto podamos. Expresarse, para nosotros, es un arte. Y después mos formamos criterio para tomar ´la vía que consideramos conveniente.

Ella, la inolvidable

Recuerdo todas las veces que incansablemente remé por la mar de tus ojos tristes, profundos, intensamente oceánicos.
Recuerdo las contingencias de nuestro amor sin fragua.
Eso fue amor, mujer. Te dejo estas líneas entre los vericuetos que dejan las travesuras del amor, en espera de que lleguen a ti, como desde hace tiempo debió haber sido, y halles en ellas la compensación que te adeudo. Gracias, mujer.

Ella, la inolvidable

Recuerdo todas las veces que incansablemente remé por la mar de tus ojos tristes, profundos, intensamente oceánicos.
Recuerdo las contingencias de nuestro amor sin fragua.
Eso fue amor, mujer. Te dejo estas líneas entre los vericuetos que dejan las travesuras del amor, en espera de que lleguen a ti, como desde hace tiempo debió haber sido, y halles en ellas la compensación que te adeudo. Gracias, mujer.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Fragmento de "El arte de joder".

Torè es hoy un campesino entrado en años que vive de eso que llamaban antes “echar tiritos” y más modernamente “matar tigres”. Su casa es un rancho cercano al mar y un día carga el motor de la lancha, otro carga la pesca de otro pescador y así se pasa la vida. En tiempo pasado fue taxista en las épocas buenas y ladronzuelo en las malas.
Se fue al campo e hizo allí su familia, muy numerosa por cierto, y se fajó duro para levantarlos y hacerlos hombres y mujeres de bien. Quería que hicieran la primaria, la secundaria y luego aprendiesen un oficio o lograsen una profesión que él no pudo tener. Estaba dispuesto a todo en ese objetivo.
Su felicidad fue inimaginable el día que el mayor de sus hijos se inscribió en el liceo cercano. Toré duplicó sus esfuerzos para comprarle los libros, el uniforme y asegurarle que tuviera para merendar y para el transporte. Pero la ilusión duró poco. A mitad del periodo escolar, su hijo mayor empezó a faltar al liceo cada vez con mayor frecuencia, hasta que un buen día no asistió más.
El padre trataba de convencerlo para que no perdiera el año, lo estimulaba, le prometía regalos, pero nada surtió efecto. Finalmente, Toré se resignó y empezó a correr la cuenta regresiva para que su hijo perdiera el año.
La madrugada de uno de los días en que el vencimiento del plazo estaba ya por cumplirse, Toré sintió un ruido extraño en la habitación de su hijo y fue a ver lo que pasaba. Su hijo ya se había lavado y se estaba vistiendo para salir, cuando su padre le preguntó:
¡ Hijo ¿ qué haces, para dónde vas a esta hora ?.
Toré se quedó casi mudo cuando oyó por respuesta que su hijo iba para el liceo.
“ ¿ Pa pa ra ra el li li ceo ? ”. - le repreguntó el padre tartamudeando, con una emoción que crecía a cada segundo, sintiendo que se le aceleraba el corazón.
“ ¡ Coño, hijo, que emoción me has dado, esto es increíble, yo sabía que tú no me harías eso, que estudiar es por tú bien, que si te gradúas de algo no vas a tener que pasar por todo lo que he pasado yo... , voy a despertar a tu mamá para darle la buena noticia ”.- y cuando ya Toré se había vuelto para llamar a su mujer, su hijo le dijo:“ Un momentico papá, achanta un pelo, yo no te dije que iba para el liceo donde hablan todas esas pajas locas, para donde voy es para el liseo, bueno, entiende para la pesca de la lisa, que ya empieza la temporada y ya ayer se vio una mancha y...”

martes, 20 de febrero de 2007

"Al mundo le falta un tornillo", cantada por Gardel.

Todo el mundo está en la estufa, Triste, amargao y sin garufa, neurasténico y cortao... Se acabaron los robustos, si hasta yo, que daba gusto, ¡cuatro kilos he bajao! Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín. Si habrá crisis, bronca y hambre, que el que compra diez de fiambre hoy se morfa hasta el piolín. Hoy se vive de prepo y se duerme apurao. Y la chiva hasta a Cristo se la han afeitao... Hoy se lleva a empeñar al amigo más fiel, nadie invita a morfar... todo el mundo en el riel. Al mundo le falta un tornillo que venga un mecánico... ¿Pa' qué, che viejo? Pa' ver si lo puede arreglar. ¿Qué sucede?... ¡mama mía! Se cayó la estantería o San Pedro abrió el portón. La creación anda a las piñas y de pura arrebatiña apoliya sin colchón. El ladrón es hoy decente a la fuerza se ha hecho gente, va no encuentra a quién robar. Y el honrao se ha vuelto chorro porque en su fiebre de ahorro él se “afana” por guardar. Al mundo le falta un tornillo, que venga un mecánico. pa' ver si lo puede arreglar.

lunes, 19 de febrero de 2007