lunes, 3 de diciembre de 2007

Una nota del humor del referendo.


En un país como el nuestro, donde todo se ha radicalizado hasta tal extremo que uno no puede concederle absolutamente nada al adversario, resulta odioso para algunos amigos míos que yo diga o reconozca algunas cosas buenas del Presidente Chávez.
Una de ellas es el uso casi siempre correcto del lenguaje (correcto no quiere decir apropiado) y de las técnicas oratorias (las pausas, salirse bastante del tema central y volver a este sin dificultad, pronunciar bien las palabras, etc.)
Pero ayer cuando reconoció la victoria del bloque del "no" - seguramente por la emoción y no era para menos - señaló que ese era un triunfo "pírrico". Creo que no fue eso lo que quiso decir. Seguramente buscó en la memoria una palabra compuesta por dos "i" seguidas y una "o" y esa fue la que le salió.
Pero, en verdad, el Presidente mejor que nadie sabe que un triunfo pírrico es un triunfo de poco significado, de un esfuerzo muy grande por poco resultado, y lo del referendo es un triunfo de grandes ligas. Se necesitará tiempo para medir todos sus alcances.
Seguramente quiso decir que fue "mínimo", pero tampoco. 300 mil almas no son nada despreciables, menos aún si ya es evidentísimo que fueron cerca de 700.000.
No puede ser que fue "típico", no, no cuadra, además que en Venezuela esto es algo excepcional, sin precedentes.
Menos quiso decir que fue "cínico". No pega, además que en todo caso el cinismo podría ser del ente rector electoral. Es inimaginable esta opción.
A mi, para evitar mayores discusiones, creo que lo que quiso decir el Presidente es que el triunfo fue "bíblico". Todo el mundo estaba pegado a las Sagradas Escrituras implorando el resultado que se obtuvo. Eso es. De nada, Presidente.

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