El Presidente y otros “pesuvistas” se equivocaron cuando dijeron que la victoria del “no” en el referendo había sido pírrica. Porque en verdad – y ellos lo saben – no lo es. Quizá sea la decisión más importante que se ha tomado en toda la historia de este país por medio del voto. Tiene un significado inmenso.
El término que, en verdad, quisieron utilizar fue que era precaria. Y esto sí podría ser cierto. De hecho, hasta ahora, lo es.
¿ Porqué esa victoria podría ser precaria?.
No solo por la diferencia tan pequeña de votos. En el resultado incidieron nuevos actores como los estudiantes, Podemos, Baduel, los evangélicos y las propias actuaciones del Presidente y , aún así, no fue una gran diferencia. Además, hay que tener en cuenta que más de 4 millones de venezolanos aprobaron una reforma que era evidentemente inconstitucional.
Podría ser también precaria si la Sala Constitucional del TSJ sigue de espaldas a la Constitución y permitiese que se convocase a un nuevo referendo en este periodo constitucional por las mismas materias ya decididas.
Pero para mí lo que hace más precario ese triunfo del “no” es esa actitud arrogante de algunos de los voceros más conocidos de la oposición. Le dicen al adversario con actitud de “perdonavidas” que recojan los vidrios del 02 de diciembre y proponen una “reconciliación” como diciéndoles: “ o la agarran o los desaparecemos”.
Si usted se toma la molestia de ver los programas televisivos más emblemáticos de los canales del Estado podrá sacar otras conclusiones. Por supuesto que no es posible conciliar con un alto ¡ catedrático universitario ¡ que dice no explicarse cómo es que en Venezuela hay 4.500.000 oligarcas que votaron por el “no”.
Hay, en cambio, de parte de otras personas unas reflexiones autocríticas sobre el contenido de la reforma y sobre la necesidad que exista más discusión interna y menos dependencia de una sola voz.
Lo que hace admirable cualquier reconciliación política es la dificultad de la misma. La iniciativa debe estar dirigida a: 1°) Aceptar que se puede lograr una mínima coexistencia entre dos sectores numéricamente casi iguales; 2°) Reconocer las fortalezas y debilidades conceptuales del adversario; 3°) Hurgar en puntos importantes en que pueda haber coincidencias sin sacrificio de los principios básicos; 4°) Conectarse o comunicarse con los representantes del adversario que están dispuestos, cuando menos, a leer u oír lo expresado por el otro; 5) Actuar con la mejor ponderación de todas las circunstancias en juego.
No es fácil pero tampoco imposible.
Vicente Amengual Sosa. c.i. 3.202.469
El término que, en verdad, quisieron utilizar fue que era precaria. Y esto sí podría ser cierto. De hecho, hasta ahora, lo es.
¿ Porqué esa victoria podría ser precaria?.
No solo por la diferencia tan pequeña de votos. En el resultado incidieron nuevos actores como los estudiantes, Podemos, Baduel, los evangélicos y las propias actuaciones del Presidente y , aún así, no fue una gran diferencia. Además, hay que tener en cuenta que más de 4 millones de venezolanos aprobaron una reforma que era evidentemente inconstitucional.
Podría ser también precaria si la Sala Constitucional del TSJ sigue de espaldas a la Constitución y permitiese que se convocase a un nuevo referendo en este periodo constitucional por las mismas materias ya decididas.
Pero para mí lo que hace más precario ese triunfo del “no” es esa actitud arrogante de algunos de los voceros más conocidos de la oposición. Le dicen al adversario con actitud de “perdonavidas” que recojan los vidrios del 02 de diciembre y proponen una “reconciliación” como diciéndoles: “ o la agarran o los desaparecemos”.
Si usted se toma la molestia de ver los programas televisivos más emblemáticos de los canales del Estado podrá sacar otras conclusiones. Por supuesto que no es posible conciliar con un alto ¡ catedrático universitario ¡ que dice no explicarse cómo es que en Venezuela hay 4.500.000 oligarcas que votaron por el “no”.
Hay, en cambio, de parte de otras personas unas reflexiones autocríticas sobre el contenido de la reforma y sobre la necesidad que exista más discusión interna y menos dependencia de una sola voz.
Lo que hace admirable cualquier reconciliación política es la dificultad de la misma. La iniciativa debe estar dirigida a: 1°) Aceptar que se puede lograr una mínima coexistencia entre dos sectores numéricamente casi iguales; 2°) Reconocer las fortalezas y debilidades conceptuales del adversario; 3°) Hurgar en puntos importantes en que pueda haber coincidencias sin sacrificio de los principios básicos; 4°) Conectarse o comunicarse con los representantes del adversario que están dispuestos, cuando menos, a leer u oír lo expresado por el otro; 5) Actuar con la mejor ponderación de todas las circunstancias en juego.
No es fácil pero tampoco imposible.
Vicente Amengual Sosa. c.i. 3.202.469
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