El Nacional 18-12-2007
Es impresionante en su cantidad y más aún en su contenido, las reflexiones autocríticas que han hecho algunos “pesuvistas” y otros partidarios del gobierno, partiendo de los resultados del referendo sobre reforma constitucional.
Lo que se negaba o nada se decía antes del mismo, aflora ahora en una intensidad cada vez más creciente. Lo primero es que una reforma de esa entidad en todos los órdenes requería una discusión a fondo. No es posible la fórmula “ pueblo, apruébame estas normas jurídicas y yo luego te diré qué significan y hasta dónde llegan.”
Una proposición hecha a conciencia no podía pasar por la aberración de ser alterada o modificada en pocos días por la Asamblea Nacional y tener, además, un añadido igual a la idea inicial. Significa que no se la había estudiado bien.
Ni siquiera la idea esencial de conducir el país al socialismo tuvo consideraciones de interés y en el texto de la reforma era una enunciación sin contenido y hasta con contradicciones. En ese sentido puedo afirmar que la discusión sobre el socialismo y qué tipo de socialismo pudiera querer el venezolano, está pendiente. Lo que sí pareciera tener claro una parte sustancial del país es que no acepta a muchos de los que se proclaman socialistas, dado que sus acciones u opiniones pueden ser cualquier cosa menos algo que supone un profundo humanismo.
El socialismo tiene un carácter profundamente reivindicativo, es decir, supone que va a actuar en una sociedad que históricamente se conformó de manera injusta y desigual. Por ello, el socialismo tiene que ser inexorablemente de alto contenido ético. Juzgue usted mismo qué ha pasado aquí con esto. Muchos de los voceros (a) con poder de decisión no están en esa línea y aplastan a los que piensan de verdad en una sociedad mejor.
Sería interesante que la autocrítica determinara cuánto porcentaje del electorado medra en un objetivo distinto al ideológico y apoyó sin convicción el proyecto.Hay que entender, de una vez, que una reforma constitucional consiste en una labor jurídica que se sostiene en un presupuesto de hecho, en un “arraigo”cultural que la hace viable. Impulsarla en vacío, como en el caso nuestro reciente, significaba que, aún aprobándola por cualquier razón extraña a ese arraigo, iba a ser de difícil implementación en algunos casos e imposible en otros. Desde una visión razonable, ética, principista, de la vida nacional todo planteamiento sobre esta última sigue pendiente. Esa es la parte más importante de la autocrítica que hacen algunos “pesuvistas”.
Es impresionante en su cantidad y más aún en su contenido, las reflexiones autocríticas que han hecho algunos “pesuvistas” y otros partidarios del gobierno, partiendo de los resultados del referendo sobre reforma constitucional.
Lo que se negaba o nada se decía antes del mismo, aflora ahora en una intensidad cada vez más creciente. Lo primero es que una reforma de esa entidad en todos los órdenes requería una discusión a fondo. No es posible la fórmula “ pueblo, apruébame estas normas jurídicas y yo luego te diré qué significan y hasta dónde llegan.”
Una proposición hecha a conciencia no podía pasar por la aberración de ser alterada o modificada en pocos días por la Asamblea Nacional y tener, además, un añadido igual a la idea inicial. Significa que no se la había estudiado bien.
Ni siquiera la idea esencial de conducir el país al socialismo tuvo consideraciones de interés y en el texto de la reforma era una enunciación sin contenido y hasta con contradicciones. En ese sentido puedo afirmar que la discusión sobre el socialismo y qué tipo de socialismo pudiera querer el venezolano, está pendiente. Lo que sí pareciera tener claro una parte sustancial del país es que no acepta a muchos de los que se proclaman socialistas, dado que sus acciones u opiniones pueden ser cualquier cosa menos algo que supone un profundo humanismo.
El socialismo tiene un carácter profundamente reivindicativo, es decir, supone que va a actuar en una sociedad que históricamente se conformó de manera injusta y desigual. Por ello, el socialismo tiene que ser inexorablemente de alto contenido ético. Juzgue usted mismo qué ha pasado aquí con esto. Muchos de los voceros (a) con poder de decisión no están en esa línea y aplastan a los que piensan de verdad en una sociedad mejor.
Sería interesante que la autocrítica determinara cuánto porcentaje del electorado medra en un objetivo distinto al ideológico y apoyó sin convicción el proyecto.Hay que entender, de una vez, que una reforma constitucional consiste en una labor jurídica que se sostiene en un presupuesto de hecho, en un “arraigo”cultural que la hace viable. Impulsarla en vacío, como en el caso nuestro reciente, significaba que, aún aprobándola por cualquier razón extraña a ese arraigo, iba a ser de difícil implementación en algunos casos e imposible en otros. Desde una visión razonable, ética, principista, de la vida nacional todo planteamiento sobre esta última sigue pendiente. Esa es la parte más importante de la autocrítica que hacen algunos “pesuvistas”.
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