domingo, 27 de julio de 2008

(05). Replanteando lo del país campamento.


Confieso que estoy tratando de explicarme en este tema con cierta desesperación. Como con una necesidad urgente que alguien comprenda lo que ya una cierta madurez me viene diciendo a gritos. Y con el ánimo de contactar a quienes pueden estar en la misma onda, desde gente culta, inteligente y ávida de expresarse, hasta quienes puedan estar más limitados en ese sentido. El objetivo es hacer algo por nosotros mismos.
Hago un alto en la secuencia que llevaba en la materia, para detenerme a examinar y expresar algunas cosas respecto de las respuestas que se me han enviado por algunos lectores del blog.
Replanteo que cuando me refiero a un “sentimiento nacionalista” no me interesa para nada a aquellos que se agrupan con uniformes o vestimentas de cualquier tipo, y lanzan frases pegajosas o entonan cancioncitas. Nada que ver con un orgullo que parece ebriedad, ni especies de cofradías de los que se creen mejores. Nada de invocar hazañas bélicas ni deportivas. Ni hablar de patria como un emblema o un cascarón, sin saber lo que tiene adentro. Nada.
Cuando me refiero a “sentimiento nacionalista” (nacionalismo, identidad nacional, etc.) invoco algo más humano, real, verdadero. Incluso con mucho de cotidianidad, de necesidades de todo tipo.
Al final lo expresaremos en una idea que trataré que sea muy ilustrativa de lo que quiero señalar. Debemos, eso sí, empezar por las ideas que nos llevarán hasta allá.
Por ahora, basta decir que una nación que se ama a sí misma, no puede limitarse a un asentamiento humano en un territorio en el que parece que muchos están de paso. Ese asentamiento humano tiene que ser una organización que defiende los principios éticos que ha diseñado en su experiencia, que produce (o va atrás esa meta) desde cosas elementales para vivir y hasta para vivir mejor, que protege a sus ciudadanos, que crea normas para todo tipo de relación, que educa, que se prepara para la adversidad en forma adecuada, que favorece el trabajo y la cultura, etc.
Eso es lo que, en verdad, es nacionalismo. Casi un sentimiento elemental de preservación de lo propio. Y por ahí nunca hemos transitado en toda su dimensión.
En la próxima entrega les obsequio el reto de una prueba.

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