viernes, 25 de julio de 2008

(03) País campamento: Cómo se garantiza la identidad nacional.


¿ Y cómo se garantiza y se instrumenta esa concepción del hombre dentro de su colectividad en función de los demás, cómo busca la unidad, cómo logra restablecer las situaciones que rompen ese modo de ser que es el nacionalismo, la “identidad nacional “?.
La respuesta es simple. Solo a través de la ley. Porque a ley no es otra cosa que reglas de convivencia social dentro de objetivos trazados en una Constitución, es decir, normas para forjar ese “modo de ser nacionalista”, normas para crear la identidad y preservarla.
Y ahora lo amargo: Los venezolanos, en líneas generales, somos sistemáticamente trasgresores de la ley, por lo que forzosamente debemos concluir que actuamos y convivimos con objetivos, buenos o malos (no es el caso determinarlo en este momento), que se apartan de un modo de ser nacionalista, de una identidad nacional.
Las trasgresiones las cometen quienes diseñan las leyes y quienes están encargados de su vigilancia y observación. Las comete hasta el ciudadano que viva en el sitio más apartado del territorio. Es decir, provienen de todo nivel, aunque en todo nivel haya también quienes las respetan y las hagan cumplir. En este país residual radica la precaria estabilidad de las instituciones.
Es inoficioso, innecesario, inútil, descender a la calificación y demostración detallada de esa trasgresión (pero puedo explicarla donde quiera que sea). La Constitución, las leyes, reglamentos, ordenanzas, etc. son casi siempre letras muertas. Su precaria observancia o es coercitiva o se da porque es inevitable. Basta con un solo ejemplo: la ley más elemental de la convivencia social es la que regula la propiedad horizontal y esa no la cumplen la mayoría de los condominios, sus administradores nada pueden hacer para defenderlas y los jueces no las conocen.
Desde tiempos inmemoriales hemos oído decir al común de los ciudadanos que en Venezuela hay buenas leyes pero no se cumplen. Todo se resume en una especie de sentencia: “aquí las leyes no se cumplen”. Y es porque se piensa que las autoridades de cualquier tipo no las hacen cumplir.
Y eso es falso. La realidad es que somos nosotros quienes no cumplimos las leyes, para lo cual no necesitamos guías ni que nos obliguen. Esta sencilla verdad es de una exactitud asombrosa.
Y para eso hay que empezar por la educación. Y esta ¿ de dónde parte ?.

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