Jamás en mi vida me imaginé que una discusión sobre el asunto de los inhabilitados pudiera plantearse en serio. Hoy ví en la llamada Asamblea Nacional tratar de hablar del asunto en serio. Y no podrán lograrlo, porque por más que le den vueltas, jamás, jamás, nunca, será posible que en una democracia se le pueda impedir a alguien que ejerza un derecho político si no lo establece un tribunal. No digo más sobre esto, porque temo que me estoy prestando para darle cabida a un acto de barbarie sobre el que se quieren establecer doctrinas o discusiones sanas.
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