Kazantzakis, el autor de “Zorba el Griego” se inspiró para su obra en un hombre que conoció al Sur del Peloponeso, Grecia, en el año 1917, cuando explotaban una mina de lignito. Trabó amistad con él y seguidamente nació una profunda admiración por la franqueza, sinceridad y bonhomía de aquel hombre. El personaje verdadero se apellidaba también Zorba, pero su nombre real era Giorgios y no Alexis.
Para escribir su obra, sin embargo, el autor traslada su personaje a la isla de Creta. Alguien escribió sobre él lo siguiente: “ Zorba, enraizado telúricamente con la madre tierra, que franquea riendo los límites del hombre normal y conformista.” El propio Kazantzakis diría refiriéndose al personaje verdadero: “ el alma más grande, el cuerpo más firme, el grito más libre que he conocido.”
Yo he visto esa película decenas de veces. Recuerdo, a los efectos de estas notas, aquella escenas que definen a Zorba como un jodedor empedernido, como la del día de su llegada a casa de madame Hortense (Bubulina), el matrimonio con ella y su posterior entierro. Por supuesto, la escena fundamental es al final de la película, cuando se derrumba la construcción que se había hecho para trasladar rolos de madera , el diálogo con Basil que le sigue y el baile con el que termina la película.
La tarde del día siguiente en que se estrenó la película en Caracas (1964), varios compañeros de estudios que habíamos ido por separado a verla nos encontramos en los pasillos de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela.
Todos visiblemente emocionados por la calidad de la película y la fuerza del personaje central, Zorba el Griego, tratamos apuradamente de expresar los logros de la misma y su mensaje.
No sé cuántos comentarios hicimos, cuántas precisiones, cuántas interpretaciones, diría que todos fueron buenos. A lo largo de los años he recordado siempre lo que uno de nosotros dijo, quizás lo más acertado. A este compañero de estudios, llamado Gabriel Rakower, no lo he visto desde esos mismos días.
Dijo que cuando Basil ve derrumbada todas sus esperanzas por formar una empresa al caerse la construcción y ya sin un centavo en el bolsillo, sale de su seriedad y su mutismo, se acerca Zorba y le dice que le enseñe a bailar, lo que efectivamente quiso decirle fue : “enséñame a vivir como tú vives”.
Y el propio Zorba, en alguna parte de la película, expresó que todo hombre necesitaba un poco de locura.
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