lunes, 7 de mayo de 2007

Sostiene Roberto Hernández Wohnsiedler


Es imposible escribir estas notas sin que parezcan aunque sea con una pizca de ironía, pero no persiguen ese fin.

Tengo hacia Roberto Hernández sentimientos de admiración ( por la lealtad a sus ideas y sus principios) y respeto ( por su mesura, su ponderación y su genuina sencillez), pero, de verdad, lo he oído expresar en televisión algunas ideas que no me resultan claras.

Es más, creo que si algún ciudadano desease documentarse antes de inscribirse en el partido socialista unido, no encontraría en las expresiones del diputado Hernández suficiente lógica o coherencia como para hacerlo.

Sostiene Roberto Hernández que el partido socialista unido será el partido de los oprimidos de este país. Ese pudiera ser un objetivo en un país en el que los considerados oprimidos no estén ejerciendo el poder y quienes seguramente, una vez en él, están en el deber de evitar que esa opresión reaparezca.

Pero si quienes se definen como oprimidos están en el poder y disponen de los medios suficientes para que se produzcan leyes que eliminen la opresión, fuerza pública para apuntalar esas leyes, tribunales para que impidan su reaparición, control sobre las personas públicas y privadas que tienen los medios de producción, y pueden diseñar políticas para regular los mecanismos que la hacen posible, resulta contradictorio aceptar la existencia de personas en esa situación. Y si las hay, no es precisamente porque no haya posibilidades de erradicarla.

Más bien, si algún gobierno decidido a eliminar la opresión la permite, no la controla o él mismo la ejerce hacia sectores de la población, mal puede entonces calificarse como un gobierno de los oprimidos. Pareciese, en definitiva, que resulta más lógico pensar que se trata de una organización política para defender a los más desposeídos, en cuyo caso, igualmente, esa condición siempre está en manos de quien detenta el poder y su capacidad para superarla. Así las cosas, el partido socialista de un gobierno lucharía entonces contra ese mismo gobierno, que es quien permite el estado de cosas existente.

Sostiene Roberto Hernández, además de lo anterior, que el partido socialista no es pluriclasista sino monoclasista, y que solo esa clase de los oprimidos es la que puede pertenecer al partido socialista. Reconoce, sin embargo, que los grandes líderes del socialismo mundial emergieron de las clases altas y que dieron grandes aportes a sus países. No son las ideas, en consecuencia, las que califican para hacer un esfuerzo, dar un aporte o emprender una lucha por el bienestar social, sino la autodefinición de oprimido la que permite el acceso al partido en referencia.

Sería necesario saber también cuál concepto de opresión es el que califica para el acceso al partido, es decir, la económica, social o política, o si todas, y a quién corresponde calificar el estado de opresión que se sufre.

En lo que a mi concierne he sentido desde joven una profunda atracción por las ideas socialistas, la cual he explicado por diversos medios. Es más, creo que el socialismo es algo que inexorablemente tendrá que ser analizado seriamente en la Humanidad en el tiempo por venir. Pero se me ocurre que las ideas y los objetivos deben prevalecer por encima de las fórmulas.

Todo esto es muy interesante. Creo que un vocero del partido socialista unido en formación como Roberto Hernández debe ser más explícito, más amplio y con un contenido más humanista.

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