viernes, 10 de agosto de 2007

El ciudadano juez va a sentenciar.

Llegó el día en que el ciudadano juez tenía que decidir el caso de homicidio que ya iba a cumplir cinco años tramitándose en su tribunal. Hacía ya dos años que la prensa había dejado de acudir semanalmente a su despacho para preguntar por la sentencia y más de un año que ya no venía nadie a interesarse por el asunto. De todas maneras, en fin de cuentas, tan pronto como se produjese el fallo se reavivaría el tema en todos lados. Quizás sin mucha intensidad pero alguna habría.
Había desayunado en su casa pero siempre tenía la tentación de mordisquearle algo de su desayuno a sus empleados de confianza y, eso sí, se bebería un tarro grande de café con leche antes de sentarse a sentenciar.
A las nueve menos quince de la mañana, después de ocuparse de algunas cosas que no quería que lo perturbaran después, se relajó en su sillón con las piernas totalmente estiradas, se pasó repetidamente las manos por la cabeza y súbitamente se incorporó derecho sobre el escritorio. Arrastró la última pieza del voluminoso expediente y sacó del medio unas 30 hojas impresas que eran el último borrador de la sentencia. Leyó sin parar las primeras páginas que no eran más que mera descripción de la causa sólo con la intención de revisar nombres, lugares, actas, ortografía y cosas por el estilo. Se detuvo. Bebió un largo sorbo de manzanilla fría con azúcar dietética y se quedó pensando " pereira tiene que ver con aquel pereira ?, la prensa no dijo nada ". Vio las fotos de la víctima, dos balazos certeros en la parte izquierda del pecho, la prensa dijo que era un asesinato "limpio", qué querría decir con eso de "limpio" ?, sería algo así como un muerto de categoría ?, otra vez pensó " pereira, no me suena pereira a muerto corriente, es como un pálpito . Y el homicida, bueno, perdón, el presunto homicida era como muy sobrado, y recuerdo los abogados de unos y otros, !verga!, se movían con soltura, discutían, le pedían audiencia a cada rato y " ! ay de él si se las negaba ! ", así estuviera en el baño, al día siguiente si que si el debido proceso, que si la justicia es esto o lo otro, menos mal que ya me faltan apenas dos años para mi jubilación, no sigo en esto "
Volvió el magistrado sobre unas diez páginas más y ya llevaba 20, todo le parecía bien, todo concordaba, los caminos principales y los atajos, ya había cotejado las intervenciones del fiscal con otros casos similares y no notaba nada digno de mención, un poquito más de celo tal vez y eso era por las características del asunto, nada especial
Otro sorbo largo de manzanilla y se paró a hojear las publicaciones de prensa que había colocado encima de la neverita. Releyó quién sabe por cuánta vez las publicaciones subrayadas y todo en orden. Fue a mitad del tercer año que el asunto estaba en su despacho cuándo hubo mayor algarabía y hasta se llegó a pedir su renuncia o destitución. El magistrado jefe de la Judicatura le dijo por teléfono un día " tranquilo Valerito, haz lo que tienes que hacer y punto", cómo si fuera tan fácil saber lo que uno tenía que hacer, ! no joda!. Terminó de leer los recortes y volvió a su sillón.
Despachó las 10 páginas que quedaban y tragó bastante saliva con gusto, con desahogo, respiró hondo y se largó lo que quedaba de la manzanilla. " Todo o.k." pensó, no " todo okey", no me gusta, " o.k" es como nokaut al revés. Ya, se acabó. Llamó a Maruja quien acudió de inmediato y le dijo "imprime", fíjate nada más que al folio 15 Valpin no lleva acento en la "i", tráeme para firmar y publica a las 11.
La sentencia condenatoria a 8 años se publicó a las 11 en punto. Había pasado una eternidad desde que aquel caso había caído por sorteo en su tribunal. Cierto que trató de zafarse de él pero jamás se dio ninguna de las oportunidades que se le habían dado en otros casos. Además, parecía que sus superiores lo querían ver embraguetado con ese homicidio. Llegó ileso hasta ahí y era probable que ya no pasara más nada de gravedad. Lo ayudaba el tiempo transcurrido, que los recortes de prensa ya estaban como si los hubieran usado para taparse de la lluvia y que ya no era tan de importancia que Valpin se escribiera sin acento en la "i" ni que Pereira no sonase a muerto corriente.
"Será que estoy cansado..." pensó y agregó " son veintitrés años en esta vaina, me quedan dos para irme...No es lo mismo dos años que veinticinco...", y Valerito agarró su maletín y se fue a caminar por las calles de los tribunales.

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