Nadie, creo yo que absolutamente nadie que no sea abogado, y buena parte de quienes lo son, cree que el Derecho sea una ciencia. Es algo así que como que se necesita para que la vida continúe, pero hasta ahí. En nuestro país esto es absolutamente irrefutable.
La realidad lo determina inequívocamente. Lo que hace que el Derecho deba ser una ciencia es la interpretación lógica de los hechos desde el punto de vista de las exigencias de la ley. Aún así no hay una relación automática de causa a efecto pero la racionalidad la aproxima en la medida requerida por la justicia.
La permanente creencia de que la justicia puede obedecer a esquemas distintos a la explicación anterior es incontrovertible para muchos, la gran mayoría, de nuestros políticos, funcionarios y legisladores de siempre. Allí parece que hubiese un axioma ( equivalente más o menos a aquel de dispara primero y averigua después) a algo así como " ejecuta primero que después acomodamos la ley o la sentencia).
Pongo uno entre un millón de ejemplos. Ustedes saben que un principio cardinal en materia de juicios de divorcio es que allí un cónyuge no puede admitir (confesar en términos jurídicos) los hechos señalados por el otro, como podría suceder por el contrario en casi cualquier tipo de juicio. Me explico: un esposo (a) no puede decir que él acepta los hechos señalados por el otro en su demanda, como lo sería el abandono, el maltrato, etc. sino que quien lo afirma tiene que probarlos en juicio y el otro, así esté de acuerdo, no puede reconocerlo. Porqué ? Porque el orden público exige que los juicios de divorcio no se conviertan en un relajo donde las parejas, sin importarle nada de esa institución que es el matrimonio, aceptarían lo que fuese con tal de divorciarse. Es decir, el legislador, sabiamente, pone esta traba no para evitar que la gente que quiere realmente divorciarse no lo haga, sino para evitar que los matrimonios se deshagan con facilidad en muchas situaciones que tal vez no ameritan esa solución y donde después puede haber arrepentimiento, con las consecuencias dañinas del caso, por haber optado por el divorcio en un momento de rabia o desesperación.
He allí, entonces, que los legisladores venezolanos creo que de los años 80, inventaron - dicen que para complacer a un ministro (o algo así) que quería cambiar de pareja a la brevedad posible - el famoso divorcio del 185-A del Código Civil, según el cual quien demanda dice que tiene separado de su pareja más de cinco años y si el otro lo acepta, !zas! se produce el divorcio en pocos días. Y qué es lo que hace este demandado ?. Pues exactamente una confesión o aceptación de los hechos, que como dijimos, es inaceptable como principio legal.
Ahora bien, de ser cierto que esa pareja tiene cinco años de separada no sería malo evitarles innecesariamente un juicio, pero es que en la práctica se desarrollaron facilidades que hace que parejas que aún pudieran resolver de buena manera sus asuntos no lo hagan, generando efectos nocivos indeseables. Es el relajamiento del que hablamos. Como expresión mayor de esa aberración señalo el caso de parejas que alegan estar separados por más de cinco años pero tienen uno o dos hijos de menos de cinco años. La interpretación que se buscaron en la práctica para no negarles el divorcio es que pudieron haber sido "encuentros ocasionales" y que estos no significan que no haya esa ruptura de cinco años. ! Vaya !
Durante decenas de años algunos de los gigantes de la economía de cualquier especie, algunos de los funcionarios de cualquier nivel empezando desde los de arriba o algunos de los jefes militares han corroborado que no son los hechos los que deben encuadrarse dentro de las sentencias a la luz de la ley sino que son las sentencias las que pueden adaptarse a la forma que se le quiere dar a los hechos.
Algunos medios de comunicación se encargaron de evidenciar en forma de denuncia toda esa descomposición según la cual la justicia es adaptable a algún interés, pero también otros se encargaron de apuntalar con sus denuncias malintencionadas esa misma descomposición. Casi ningún medio tiene periodistas especializados en el área judicial, digo especializados no que se dediquen en buena medida a cubrirla.
He ahí, en consecuencia, digamóslo sin hipocresía, que buena parte de la sociedad misma espera beneficiarse en algún momento de la blandenguería de la justicia, de la errónea interpretación de su cometido, de sus distorsiones, antes que luchar, como lo hace por otras cosas, para que la justicia se base efectivamente en los preceptos constitucionales.
Y para que todo este entramado sea posible tiene que haber ineludiblemente los que le dan su forma definitiva: los jueces y los abogados que se sirven o aprovechan de toda la miseria del mundo judicial.
En esta parte del paquete reposan las interpretaciones, las conclusiones y los alegatos que se pueden estirar porque el Derecho no es una ciencia exacta. La jurisprudencia, que en nuestro país podría ser como en cualquier otro un poderoso recurso de interpretación de la ley, presenta no muchas pero significativas veces serios disparates y hasta horrores. Cuando una interpretación judicial de la ley se repite con frecuencia se dice que se trata de una "jurisprudencia pacífica", situación que en nuestro país, en verdad, ha ayudado mucho a mantener este precario equilibrio judicial que desde hace tiempo tenemos, pero no se ha consagrado, como en otros países, una forma de establecer y de abandonar jurisprudencias pacíficas que sean conocidas o advertidas a los ciudadanos, de manera de no perjudicarlos.
Quién sabe, en definitiva, cuánto tiempo más tendremos que soportar esta situación que jamás permitirá que haya una democraacia efectiva ?.
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