Me apropio de la conclusión de un premio Nobel cuyo nombre no recuerdo en este momento. Me limito a ilustrarla, adornarla, redondearla, repetirla, nada más. El gran flagelo de la Humanidad no es el terrorismo ni el poder bélico de algunas naciones, ni la miseria y el hambre humana, ni el daño a la naturaleza, ni el comercio y la prostitución de niños, ni la pornografía, ni los gobiernos totalitarios, ni la descomposición de la familia, ni las injusticias de los jueces, ni el analfabetismo, ni el alcoholismo, ni el tabaquismo, ni el tráfico y consumo de drogas, nada de eso.
El gran flagelo de la humanidad es la indiferencia. De allí parten y allí llegan todos los males. Hay que honrar a todos aquellos que sin éxito o con poco éxito, pero seguro sin éxito total la combaten.
Hago una pregunta: Cree usted que pueda haber en el mundo aunque sea una mujer que de alguna manera pueda apoyar o consentir que un hombre sea indiferente con sus hijos ?.
Respuesta: Sí, sí las hay. A veces nos encontramos con mujeres que pretenden que sus maridos sean indiferentes con sus hijos, es decir, con los hijos que estos tienen de otro matrimonio anterior.
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