jueves, 27 de septiembre de 2007

CADIVI. Una versión de que los ciudadanos también jodemos.


A veces, mientras me encuentro detenido en los semáforos esperando la luz verde para continuar, veo a esos muchachitos que ya son indigentes o que no van a la escuela para limpiar vidrios y así medio vivir, y me pregunto cuál es la enorme dificultad que puede tener un Estado todopoderoso y millonario para no afontar una política definitiva y tajante de rescatarlos de esa miseria.
No le encuentro justificación aparente. Se me ocurre pensar en algunas ocasiones que una cantidad nada despreciable de venezolanos indolentes, malvivientes, inescrupulosos, esos mismos que se aprovechan de cualquier cosa por miserable que sea, no vacilarían en echar a sus hijos a las calles, aún pudiendo sostenerlos de algun a manera, para que el Estado los recogiese y así relevarse ellos mismos de sus obligaciones. Ninguna política estatal podría aguantar esa irresponsabilidad.
Pienso que exactamente lo mismo harían con tantos viejitos enfermos, incapacitados para sostenerse a sí mismos. Nada. También los echarían a la calle muchos malos hijos.
Y es que acaso no hay razones para pensar eso ?.
Vea usted lo que ha sucedido durante muchos años de construcción de viviendas por organismos del estado , cuyo destino fue y es los más pobres y necesitados. Muchos de quienes las disfrutan son personas que tienen recursos como para comprarse viviendas que no sean de esas. Es más, sobran personas pudientes, generalmente corrompidos de algún gobierno, que han tomado esas casas para sus padres o sus hijos, a quienes han podido comprarlas sin aprovecharse del Estado. Qué venezolano no conoce aunque sea un inescrupuloso de estos ?.
Lo de Cadivi no se queda atrás. Independientemente de que sea conveniente o no, útil o no, en términos económicos, lo cierto es que la política de control de cambios ha tenido cuando menos la utilidad de evitar que solo los ricos y poderosos se siguieran aprovechando de las divisas venezolanas, riquezas estas que hoy duermen aseguradas fuera del país. Es inimaginable la cuantiosa fortuna que se fue de este país, lo que equivale a decir tanto como que la inmensa renta petrolera fue a parar en manos de quienes menos la necesitaban.
Pero siempre se encuentra la trampa, la maquinación, el fraude, el engaño, la traición, la inescrupulosidad. Ahora ha proliferado una industria en varias vertientes de las cuales conozco ya algunas.
Previo contacto en el exterior algunas personas obtienen su cupo en Cadivi, luego lo descargan a través de puntos de venta sin comprar nada, pagan una comisión a quien prestó el servicio y regresan a este país con los dólares o euros en efectivo y los venden en el mercado negro. Para ello salen fuera por pocos días y a sitios cercanos.
Y también hay una modalidad turística. Un inescrupuloso sale del país con una familia de dos, tres y hasta cuatro personas, obteniendo el cupo en dólares de todas esas personas. Son dos o tres días fuera en el que los invitados del inescrupuloso llegan a buenos hoteles, se les paga comida y transporte, y reciben además unos dolaritos para sus gastos personales.
El bandido se queda con el grueso de los dólares que puede traerse en efectivo o lo que es más aún, compra mercancía con dólares a precio oficial y la revende muy por encima de lo que le costó ( súmese ganancia normal y venderla como si la fuese adquirido con dólar no oficial).
Así no se puede. No hay política que valga. Es el ciudadano mismo su propio verdugo. Si esto se multiplica el que pierde es el país y la intención que se persiguió controlando el dólar o el euro.
Debemos apoyar a cualquier gobierno que ponga mano dura para evitar estas cosas.

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