Antes de analizar la reforma constitucional propuesta por el Presidente de la República es conveniente puntualizar lo concerniente a la interpretación de las normas legales.
Partiendo del hecho que no todas las personas podemos pensar exactamente lo mismo sobre algo que está escrito o que oímos, y que nos toca analizar, debemos asirnos a un instrumento que nos permita cumplir esa labor.
También eso está en una norma legal y es el encabezamiento del artículo 4 del Código Civil, el cual textualmente reza: “ A la ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del legislador.”
De modo que al encontrarnos ante un texto legal, como sería el resultante de la eventual reforma constitucional propuesta por el Presidente, los destinatarios de la misma, es decir, sus intérpretes, estamos en el derecho y en el deber de guiarnos por lo que evidentemente se deduce de las palabras que integran cada artículo de la reforma.
Los ciudadanos debemos exigir que la reforma esté claramente expresada, que tenga la menor duda posible, que sea exhaustivamente desarrollada, que se divulgue todo lo que la compone, de modo que a la hora de votar por su aprobación o no, todos o la mayoría de los venezolanos tengamos una idea precisa de lo que vamos a decidir. Esa es la primera opción.
De aprobarse un texto constitucional sin tener claro su contenido tenemos otra salida, otra vía. Y es que la interpretación queda en manos de quienes van a ejecutar ese contenido y en caso de conflicto o controversia, la misma la hará la Sala Constitucional del Tribuno Supremo de Justicia. Esa es la segunda opción.
Creemos, en consecuencia, que antes que apelar a esta última solución, es mejor que la interpretación de la reforma propuesta sea exigida y resuelta por los ciudadanos como titulares directos de la soberanía. La tarea es así más sencilla, más directa, de mayor intercambio, más de fondo.
Leamos detenidamente la reforma y procedamos a detallarla, a indagar sobre ella, a escudriñar su objetivo, a pensar en ella y a opinar y a votar con seguridad en lo que hacemos.
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