No puedo en este momento pronunciarme tajantemente sobre la viabilidad y legalidad de la proposición del gobierno venezolano de impedir que se le den ciertos nombres a los niños en los registros civiles y, en su lugar, fijar una lista más o menos grande de opciones para ello.
Pero, de verdad, algo hay que hacer al respecto.
A falta de una precisa explicación gubernamental sobre la razón de esta proposición, la cual no creemos orientada por el solo afán de imponerles nombres a los padres ni porque suenen feos o extravagantes o difíciles de pronunciar, entendemos que está dirigida, más bien, a eliminar o reducir esa calamidad que son los nombres enrevesados, complicados o mal adaptados a nuestro idioma, que luego se traducen en : 1) una abundantísima cantidad de demandas de rectificación de partidas de nacimientos que se producen todos los años en los tribunales venezolanos, con la consecuencial pérdida de tiempo de la administración de justicia en algo que debería ser irrelevante y dedicárselo a cosas más trascendentes; 2) los padecimientos que deben sufrir, primero, los padres y más adelante los mismos niños cuando crezcan, al encontrarse los nombres de estos escritos de diversa manera para una misma persona, lo que influye negativamente en la expedición de documentos públicos, entre ellos el más importante el de identificación y asimismo en toda clase de certificados y títulos, entre estos últimos el de graduación en cualquier cosa. Esas son dos situaciones negativas pero hay muchas más.
No olvidemos que el nombre es la base de la identidad y por tanto debe estar lo más claro posible.
Pongo por ejemplo dos casos muy comunes, como lo son el "Giuseppe" y "Jackeline", de bastante uso en Venezuela que he visto escritos como "Yuceppe", Yiuseppe" o "Giucepe" y "Yaqueline", "Jaqueline" o "Yaquelin".
Aplaudo la iniciativa de hacer algo bien pensado en este sentido, tratando de madurar más la simple de idea de prohibir los raros o extravagantes (quién tiene potestad para decir cuando un nombre es raro o extravagante) y de fijar una lista ( quién tiene la potestad de elaborarla).
Una cosa si sé para empezar. Debe exigirse a los funcionarios de registro civil que sean muy cuidadosos en colocar los nombres, en requerir de los padres su conformidad con el nombre colocado en el documento y de sancionar duramente a tantos irresponsables (estoy cansado de verlo y comprobarlo) que ponen lo primero que oyeron o como les pareció que le dijeron, y luego le entregan el documento a la persona sin darle explicación alguna. Después vienen los malos momentos.
No estaría mal orientar a los presentantes sobre los inconvenientes que les podrían acarrear nombres muy complicados, que en verdad los hay bastantes, como "Yasifrenny", Yarzagaragay", etc.
Y también se podrían nacionalizar los nombres extranjeros o uniformarlos todos tal como son en la lengua de origen. Sugerencias son estas últimas para colaborar en esto.
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