Me encuentro con un viejo amigo futbolista, quien fue integrante de la selección nacional de hace muchos años atrás, con quien he tenido siempre fuertes discrepancias en esta materia. Fue al día siguiente que la vinotinto empató con Uruguay y se clasificó de primera en su grupo de la Copa América.
Con toda la ironía de la que puedo ser capaz para afrontar esta burla sistemática a la afición del fútbol venezolano en la que se ha convertido la multi publicitada vinotinto, le arrojo a mi amigo la verdad de esa clasificación. Me deja perplejo oir de su voz siempre tan mesurada, tan ponderada, tan equilibrada, tan defensora de las formas y las reglas convencionales, que ya para ese entonces la vinotinto había llegado demasiado lejos y que de ahí no pasaría. Puñalada. Así fue.
La noche misma del fiasco 4-1 ante Uruguay recibo mensajes que avalan los comentarios que en por lo menos cinco oportunidades anteriores he hecho en este blog. En total y por cualquier medio he expresado en casi dos docenas de oportunidades que la vinotinto, si bien da muestras ostensibles de preparación física y de un nivel técnico competitivo, carece de dos cosas sin las cuales no es posible triunfar en ese deporte: alma y garra.
Alma que significa autoestima, amor por lo que se hace, ganas de vencer, presencia, soñar.
Garra que significa fuelle, coraje, avanzar aplastando al adversario, disputar cada centímetro de la cancha y cada balón, fuerza, disciplina, sentido de confrontación con el adversario y una pizca de soberbia.
No sé como el técnico Páez y todo el cuadro directivo de la vinotinto no se dan cuenta de esto.
Los engañan como a niños, regalan los balones, ceden los espacios sin disputarlos, les llegan a la puerta del arco sin resistencia, no disputan la media cancha, son exageradamente lentos cuando recuperan el balón, carecen del factor sorpresa y atacan sin convicción ni en bloque.
Insisten en cambiarles a cada rato esquemas de defensa y ataque en la cancha, pero no se dan cuenta que el partido está perdido antes de entrar y que lo que se necesita es darles previamente los componentes psicológicos para jugar con alma y garra de vencedores.
No tienen espacio en el balompié mundial mientra sigan así.
El que sabe de fútbol entenderá que apenas si en los diez minutos finales ante Perú dieron muestra de alguna consistencia. Todos han quedado aplazados. Solo Remy Vega y Cichero pueden salir aprobados.
No debería decirlo más. Ya ha sido suficiente. No sé cómo a nadie se le ocurre decirle al técnico que en lo que digo está el secreto de la selección venezolana.
Seguirán yendo a las canchas a ver si la pegan.
Y ya en este deporte masivo, multimillonario y globalizado queda poco lugar para la aventura y la improvisación.
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