Me encuentro, por pura coincidencia, en un salón administrativo del área de post grado en Derecho de una Universidad del interior del país. Tiene como unos cuarenta metros cuadrados y apenas si hay espacio para un pequeño escritorio con la silla del funcionario y una para visitantes. Mientas espero caigo en cuenta de estar rodeado de folletos apilados en orden, desde el suelo hasta casi la mitad de la altura del salón. Cuando llega la persona que debe atenderme, le pregunto con curiosidad por aquel material y me contesta que se trata de los trabajos de los post grado que han concluido ese año. Lo repito internamente con pausa: los tra-ba-jos de los post gra-do que han con-clui-do e-se a-ño. (Debo haberle agregado una vulgaridad estridente a la sorpresa).
Súbitamente me viene a la memoria que uno de los más reconocidos juristas venezolanos me comentó, hace más o menos 15 años, que en cada post grado que él participaba en cualquier lugar del país, se elaboraban tesis de grado brillantes o sobresalientes y que sólo servían para que su autor obtuviese el certificado correspondiente, luego de lo cual irían a parar, en el mejor de los casos, a un archivo donde morirían lentamente en el olvido. Inclusive, recuerdo que me habló de un trabajo excelente de derecho penal militar.
Imagínese ahora, señor lector, si usted hace acopio de todas las tesis universitarias en todas las áreas del conocimiento de todos los pregrado y post grados del país, a qué cifra descomunal podría llegar todo ese talento perdido. Las tesis que logran salir a la luz pública lo consiguen de milagro. Se pierden muchos valores. E, inclusive, las que no tienen tantos méritos o son incompletas, podrían ser corregidas. Personalmente, tengo como uno de mis libros sagrados en materia jurídica, un trabajo de post grado de un destacado jurista venezolano, evidente excepción en esta situación.
La verdad es que esto no le interesa a nadie. Ni al Estado, ni a las mismas Universidades, ni a los Colegios Profesionales ni a la gran mayoría de los propios autores de las tesis, puesto que estos se rinden ante la indiferencia de quienes están obligados a capitalizar y difundir esos recursos.
Absorto todavía en la contemplación de aquel material que pronto será condenado a muerte, pienso en tres cosas más: 1°) Después todo el mundo se molesta porque cientos de venezolanos, que luego aparecen en los medios de comunicación social de todo el mundo como valores de la cultura o de la ciencia, se han ido del país a trabajar y ser reconocidos ( y mejor tratados en términos económicos, vamos a ser sinceros); 2°) Que una cantidad significativa de padres apenas le ven a sus hijos una mínima desteza física, aspiran y luchan porque llegue a ser un gran deportista profesional. Y si algo hace bien, le caen encima docenas de eso que llaman "scout" en el béisbol y sus similares en otros deportes; y 3°) Que es por aquí, por la cultura y la educación, donde empieza una verdadera transformación social o revolución. Es decir, por unos folletos que deberían ser semillas y no unos papeles condenados a botar en el olvido un polvillo que le producirá alergia a quienes algún día los ensaquen para botarlos. Vicente Amengual Sosa.
Súbitamente me viene a la memoria que uno de los más reconocidos juristas venezolanos me comentó, hace más o menos 15 años, que en cada post grado que él participaba en cualquier lugar del país, se elaboraban tesis de grado brillantes o sobresalientes y que sólo servían para que su autor obtuviese el certificado correspondiente, luego de lo cual irían a parar, en el mejor de los casos, a un archivo donde morirían lentamente en el olvido. Inclusive, recuerdo que me habló de un trabajo excelente de derecho penal militar.
Imagínese ahora, señor lector, si usted hace acopio de todas las tesis universitarias en todas las áreas del conocimiento de todos los pregrado y post grados del país, a qué cifra descomunal podría llegar todo ese talento perdido. Las tesis que logran salir a la luz pública lo consiguen de milagro. Se pierden muchos valores. E, inclusive, las que no tienen tantos méritos o son incompletas, podrían ser corregidas. Personalmente, tengo como uno de mis libros sagrados en materia jurídica, un trabajo de post grado de un destacado jurista venezolano, evidente excepción en esta situación.
La verdad es que esto no le interesa a nadie. Ni al Estado, ni a las mismas Universidades, ni a los Colegios Profesionales ni a la gran mayoría de los propios autores de las tesis, puesto que estos se rinden ante la indiferencia de quienes están obligados a capitalizar y difundir esos recursos.
Absorto todavía en la contemplación de aquel material que pronto será condenado a muerte, pienso en tres cosas más: 1°) Después todo el mundo se molesta porque cientos de venezolanos, que luego aparecen en los medios de comunicación social de todo el mundo como valores de la cultura o de la ciencia, se han ido del país a trabajar y ser reconocidos ( y mejor tratados en términos económicos, vamos a ser sinceros); 2°) Que una cantidad significativa de padres apenas le ven a sus hijos una mínima desteza física, aspiran y luchan porque llegue a ser un gran deportista profesional. Y si algo hace bien, le caen encima docenas de eso que llaman "scout" en el béisbol y sus similares en otros deportes; y 3°) Que es por aquí, por la cultura y la educación, donde empieza una verdadera transformación social o revolución. Es decir, por unos folletos que deberían ser semillas y no unos papeles condenados a botar en el olvido un polvillo que le producirá alergia a quienes algún día los ensaquen para botarlos. Vicente Amengual Sosa.
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