En agosto del año 1975 cuatro amigos fuimos a la Gran Sabana e, inclusive, pasamos hasta Boa Vista en Brasil. Para tres de nosotros éste era el tercer viaje por la zona, el segundo de los cuales no pudimos llegar hasta Santa Elena de Uairén porque había crecido un río y se había desbordado.
Pero en este viaje que les narro - todavía la carretera era de tierra y estaba lloviendo - nos encunetamos sin mayores consecuencias una media hora más o menos antes de llegar al kilómetro 88. Cuando llegamos allí nos surtimos de gasolina, de esa del pipote rojo que tenía el gordo del kilómetro 88, última posibilidad de hacerlo hasta Santa Elena. Conversamos con el gordo, un solitario que no hacía otra cosa que eso, hablamos de lo que nos sucedió y nos fuimos.
Todo muy bien. La pasamos de lo mejor. Estando ya de regreso recordamos el pequeño accidente que tuvimos y he aquí que surgió toda una discusión. Dos estábamos de acuerdo que nos encunetamos antes de llegar al kilómetro 88 y dos que fue después. De los dos que decíamos que fue antes (como efectivamente fue) uno decía que no nos había atendido el gordo del kilómetro 88 y otro, yo, que sí fue él. Y de los que decían que fue despues del kilómetro 88, uno decía que no nos atendió el gordo y el otro que sí. Le añadimos miles de pruebas en una u otra posición. Y hasta hicimos el recorrido poco a poco para determinar el sitio, ya que habíamos dejado parte de la pintura del carro en una piedra.
Bien. Como se trata de un hecho sin relevancia alguna, es decir, una simple discusión entre amigos, cada quien alardeando de su memoria y nada más, la cosa terminó ahí. Pero !ojo!, así sea algo tan simple, sin importancia o lo que sea, también es cierto que 32 años después, cuando recordamos el hecho, seguimos en desacuerdo dónde se produjo.
Puede imaginarse usted, señor lector, qué de cosas se habrían podido construir, decir, inventar, relacionar, especular, escudriñar, admiir, negar, exagerar, etc. si alguno de nosotros hubiese tenido interés en sacarle provecho a ese hecho ?
Por esos años nuestro país reafirmaba su soberanía sobre una isla situada entre Venezuela y la Guayana Británica, situada a pocos kilómetros de donde nos encunetamos, todo ellos con una gran ofensiva en los medios de comunicación social. También hubo una rebelión civil de unos vecinos y se les permitió entrar a Venezuela y construir improvisadamente un pueblito donde todos los avisos de las calles y los negocios estaban en inglés. Por esos años, en plena frontera entre Venezuela y Brasil se llevó a cabo la primera reunión de los dos Presidentes de esos países. En unos de esos viajes que hicimos, uno de nuestros acompañantes pensó en traerse a escondidas a un niño indígena de las misiones, bajo el pretexto de liberarlo del sometimiento a los misioneros en el que él decía que el niño se encontraba.
Para ser breve, honrando así el objetivo de este blog, inventemos rápidamente una historia entre millones posibles, con el propósito que ya usted va descubriendo. Pongamos al acompañante que pretendió liberar al niño en este viaje en que nos encunetamos, en el cual él no participó (pero quién se lo puede negar ?, acaso esas cosas no suelen suceder ? y además bastaría con que uno de nostros se prestase a ello y lo ratificase) y lo metemos en la camioneta y decimos que huyendo de la persecución de los misioneros él se encunetó de regreso al centro del país ( en lo que sí estamos de acuerdo todos es que eso fue de ida) y de pronto un buen día aparece como el precursor de un movimiento de liberación indígena. Y si esto pudiere interesarle a más de uno y hay forma de establecerlo, entonces quién podrá negarlo. Lo demás es más fácil. Se busca el sitio, se hace un mural con una camioneta encunetada, se le pone un nombre, se...
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